Manifiesto de rechazo a la inclusión de Málaga en la Lista Roja del Patrimonio Cultural Español amenazado
Europa Nostra es la más prestigiosa federación europea de defensa del Patrimonio Histórico y través de su socio estatal Hispania Nostra, acaba de incluir un palacete malagueño del siglo XIX en la "Lista Roja" de bienes culturales sometidos a máximo riesgo de destrucción.
Los firmantes
declaramos nuestro rechazo al proyecto inmobiliario causante de tal inclusión. Que
nuestra ciudad esté nominada así no puede ser motivo de orgullo y por ello solicitamos a las autoridades
que, cumpliendo el mandato del artículo 46 de la Constitución Española,
garanticen la conservación integral del edificio histórico en peligro,
para el cual la Gerencia de Urbanismo ya ha concedido licencia de demolición.
El conocido como “palacete de los Condes de Benahavís”, localizado en la zona de la Alameda y
Atarazanas, fue proyectado en 1892 como
residencia de las familias Loring y Heredia y su diseño corresponde a
Eduardo Strachan, autor de los inmuebles de calle Larios. Años después, el palacete fue elegido como sede
del Gobierno Civil, la más alta institución del Estado español en la
ciudad, mientras la Aduana era restaurada tras el incendio de 1922. A finales
del siglo XX el inmueble fue convertido en pensión, cuyo rótulo comercial
explica que el edificio sea conocido como “La Mundial”.
Desde el año 2003 se
proyecta sobre la zona de Hoyo de Esparteros un complejo hotelero, promovido
por H10 Hotels, Braser, y diseñado
por Rafael Moneo. Esta operación inmobiliaria requiere la demolición del
palacete, la alteración de la trama urbana del siglo XVIII –desaparición del
Pasillo de Atocha–, y la construcción de un edificio de cincuenta metros de
altura. Sus diez plantas serían el doble de lo permitido en el centro
histórico, por lo que se ha
llevado a cabo un complejo y polémico cambio del marco legal urbanístico,
durante el cual y sin motivación suficiente, se rechazaron medio
centenar de sólidas alegaciones.
Esta modificación del
planeamiento incluyó la retirada irregular
de la protección arquitectónica del palacete, que lo amparaba legalmente
desde la declaración del centro de Málaga como Conjunto Histórico-Artístico en
1985. De hecho, la descatalogación de edificios con especial protección es
una práctica que el Tribunal Supremo siempre ha censurado; y si en este
caso concreto los jueces no se han pronunciado, se debe en exclusiva a que
ninguna asociación ciudadana ha logrado reunir los cuantiosos recursos
económicos necesarios para llevar a cabo un procedimiento
contencioso-administrativo.
Lo que sí han logrado
estos colectivos es reunir más de seis
mil firmas de apoyo para conservar el palacete, incluyendo las de expertos en Arquitectura
y en Historia del Arte de la Universidad de Málaga.
Si bien es cierto que las
ciudades evolucionan, la conservación del legado material de nuestros
antepasados es un deber de la sociedad hacia las generaciones venideras. Por
ello el Estado español ha suscrito –quedando obligado a su cumplimiento–
diversas determinaciones de la UNESCO, máxima institución cultural mundial
que, persiguiendo la conservación de pequeñas áreas de reserva dentro de las
ciudades, prohíben su transformación.
En Málaga disponemos
de una de estas zonas, que funciona de modo similar a los espacios naturales
protegidos, y que afecta tan solo al 1% del territorio urbano; mientras que
permite el normal desarrollo inmobiliario en el restante 99% de la ciudad. Pero
a pesar de esta protección, en la “almendra” histórica malagueña, solo uno
de cada dos edificios tienen un siglo o más de antigüedad; habiéndose demolido más de trescientos inmuebles históricos desde 1985. Por ello el Pleno del
Ayuntamiento aprobó en 2016 una moción para detener estas demoliciones; acuerdo
plenario que la alcaldía no ha cumplido.
Consideramos que el
prestigioso arquitecto Rafael Moneo podría materializar su diseño hotelero en
otros lugares, pues tratar de imponerlo dentro del área de reserva legal
resulta una pretensión desacertada. Tan desacertada como fue en su momento el lugar de construcción del polémico Hotel Málaga Palacio.
Y precisamente a la vista de este ejemplo, desproporcionado para su contexto urbano, resulta más difícil entender la defensa del proyecto inmobiliario que desde hace más de una década pretende el gobierno municipal. Además, de forma inconcebible, la Administración andaluza acabó también autorizándolo; y ello, a pesar de haberse opuesto frontalmente al inicio del procedimiento, y sin haberse producido ningún cambio sustancial en el grave impacto del hotel, que pudiera justificar este giro.
Y precisamente a la vista de este ejemplo, desproporcionado para su contexto urbano, resulta más difícil entender la defensa del proyecto inmobiliario que desde hace más de una década pretende el gobierno municipal. Además, de forma inconcebible, la Administración andaluza acabó también autorizándolo; y ello, a pesar de haberse opuesto frontalmente al inicio del procedimiento, y sin haberse producido ningún cambio sustancial en el grave impacto del hotel, que pudiera justificar este giro.
Por último, la opción
planteada por el proyecto, respecto a crear una réplica deslocalizada del
palacete tras su demolición, tampoco es una solución aceptable, al
contradecir las determinaciones de la UNESCO: el patrimonio ha de conservarse y
no ser destruido, para luego crear una copia sin valor histórico.
Tras casi una década
de lucha desigual –unas pocas asociaciones contra la gigantesca maquinaria de
la administración pública–, “La Mundial” se ha convertido en el mayor
símbolo del patrimonio histórico malagueño amenazado.
Por todo lo expuesto, animamos a la ciudadanía a adherirse [CLIC AQUÍ] a este
manifiesto y solicitamos a las autoridades que devuelvan la protección legal al
palacete. Solo así terminará la vergüenza que supone ver a Málaga en una “Lista
Roja” cultural.
¡SALVEMOS LA MUNDIAL!
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